miércoles, 16 de septiembre de 2009

Todo todo eso.

Soy de las que aún escriben cartas, les pone sello, y luego busca excusas para entregarlas en mano. De las que regalan ropa interior y te piden que te la pruebes. Soy de las que pone ojillos antes de saltarse tus normas y todos tus pestillos, de las que dicen “¿Te puedo hacer una pregunta?” y ésta luego siempre se convierte en un estallido de 2000+1. De las que nunca desayunan antes de las diez, no se muerden las uñas y santifican los domingos rebozándose entre las sábanas. De las que han salido afónicas de la ducha, que fríen huevos y terminan con las paredes de la cocina a modo de gotelé y de las que beben el café sin azúcar porque creen que aumenta la resistencia para afrontar todas las situaciones amargas del mundo. De las que se vuelven descaradas si le sacas las cosquillas, de las que besan mucho pero abrazan más. Soy de las que rechazan las aceitunas, se despeinan bailando y no se pueden enfadar más de veinte minutos. (Ya ves, no me va eso de soportarnos con cara de general más de lo habitual). De las que no usa agenda para que los bocetos de sus planes no se vuelvan demasiado formales, de las que sueñan de día para así dormir de noche y de las que beben a morro. De las que leen hasta las tantas, aparcan los tacones y aceleran las caderas. Soy de las que dejan mudo el mp3 de tanto hacerle cantar, de las que piden perderse aposta, de las que comen chocolate puro y su tercer deseo es amanecer artista. De las que no ordenan nunca la habitación porque aún no han logrado organizarse ellas mismas. Soy de las mojito adictas, de las que rezan para pedir veranos más largos y de las que odian hacer maletas pero pasarían la vida viajando. Soy de las que nadie recomienda, de las que a la que te despistas te han sacado 43 fotografías para guardarte en el cajón de las cosas pendientes, de las que lloran mucho, de las que se joden el pie con puntapiés cargados de rabia, de las que se pirran por la publicidad y se vician aprendiendo todas las asignaturas de tu alma. De las que se pondrían hasta las tetas de cine, tardes de playa, sandía, bufandas de lana y esmalte de uñas. De las que comparten la ducha y te roban la toalla, de las que harían zoom con macro a tus pupilas y de las que piensan que el mejor cuadro es una ventana abierta. Soy…

martes, 15 de septiembre de 2009

Bucles a cuatro manos.

Todos apilamos historias que solo son válidas si se cuentan muy, muy bajito. Que se guardan en dosis de taza de té, bajo llave y entre secretos. Sabes de qué hablo. De nuestro exhibicionismo. De ti desnudo y de mí sin ropa. De cómo me paso por los forros de las sábanas poner intermitentes en los cruces de tus piernas. Lo que escondo tiene ese olor tan...tan tuyo. Sí, eso es. Tacto, olor. Cerrar los ojos y mecer la nuca hacía atrás. Agarrarse del pelo y volatilizar el entorno. Atarnos las caderas y desabrocharnos la blusa. Sabor a mezcla de caricias. Probarse y que las papilas gustativas se marquen una de esas de bailar agarrados. Apretarse hasta ser uno aunque fuera haga un calor aplastante. Respirarnos. Llegar muy cerca, por fuera y por dentro. Tanto que mientras nos dejamos llevar, tocamos nuestras almas con la punta de los pies. Trepar por tus costados, que tus labios hagan slalom por mi cuello y bebernos a morro. Que las respiraciones se aceleren y seducirnos otra vez como si fuera algo nuevo, como si fuera la primera ocasión. Aunque, en realidad, nos conozcamos tanto que con una mirada se escriba toda nuestra historia y la almohada se ponga colorada. Hablarse a golpes de respiración y guardar las noches en las que me envuelvo tanto en ti que parece que a la cama le sobran más centímetros que de costumbre. Guardar tus palpitaciones. Tus revueltas. Ver. Tocar. Electrizarse. Humedecer. Volvernos inesperados y dejarse la vida en luchas de muelles y piel.

¿Cuántas partidas te has echado sobre mi vientre?
¿Cuántas veces me dejé ganar?

lunes, 14 de septiembre de 2009

Sin turnos de réplica

Coge sus amaneceres por el mango de la risa floja, su religión solo apuesta a blanco o negro por todos sus sueños y además, le pica por todas partes la curiosidad de pegar bocao' a esta vida rebosante de ganas. Por todo lo demás; solo algunos días desea ser canción instrumental. Sin espacio para las palabras. Solo ruido. Mucho, mucho, mucho ruido.






Empecemos la casa por el tejado.