domingo, 20 de diciembre de 2009

Te puedo meter en el equipaje.


- Me voy.
- ¿Estás segura? ¿Eres consciente de que esto no es como bajar a comprar el pan?
- Mmm… Sí. Exactamente pega a 620 km de la panadería de la esquina de mi casa. (Lo he buscado).
- El otro día te pedí que me dieras las razones. Venga, convénceme para que acepte tu huída. (Porque, digas lo que digas, estás huyendo)
- Pues… si te vale, creo que me servirá para tener menos combustiones espontáneas, para minimizar mis estallidos y para alejarme de… bueno, para estar lejos de… joder, que me voy. Me sentará bien.
- ¿Tú el apartado de contraindicaciones te lo has saltado, verdad? Deberías ser sensata. ¿Te enteras? Sensata. Te lo voy a decir claro: mándalo a la mierda. Eso sí que es lo mejor para ti.
- Lo sé. (Y eso es lo que me jode. Que lo sé) Creo que no te debería haber llamado. Me regiras los razonamientos. ¿Sabes qué? Te echaré de menos (mucho, mucho, mucho).
- Por cierto, un “creo que”… no significa que estés segura. Pero si te encabezotas en dejar atrás tantas cosas y tanta gente por… bueno, por eso, creo que me tocará ir a verte.
- Estupendo. Sólo estaremos a una hora y media de vuelo. Tú avísame con antelación. Compraré lasaña. Te haré un hueco en mi paréntesis e iremos a perder el tiempo como solo tú y yo sabemos.
- Eres demasiado impulsiva. No. Corrijo. Demasiado sentimental.
- Es que creo que no encajo con el prototipo de rubia con minifalda que nunca se enamora hasta las trancas.
- Buenas noches, bonita. El lunes te daré los azotes que te mereces.
- ...

Y comieron perdices.


Antes a S le gustaban los domingos. Les hubiera estirado las horas como si fueran uno de esos chicles kilométricos que adoraba cuando era pequeña. Pero es que cuando S era pequeña la felicidad estaba dentro de una caja de ceras Manley y eso ya no sirve. Ahora S tiene la cabeza como una santa orquesta, todas las semanas tropieza con los “estoy hasta las tetas” que arrastra bajo sus calcetines y cree que si lo que decían los cuentos hubiese sido verdad a estas alturas más de uno tendría la nariz de aquí a Kansas.

- ¿Pero a ti que cuentos te leían de chiquilla? Mira como has salido. ¿Tú en que pensabas cuando te hablan de princesas y finales felices? Te ha faltado merendar muchos más huevos Kinder.

- Verás, ya es hora de que te digan las cosas como tocan. Cuando caperucita cogió el macuto lo que quería era fugarse con el lobo y empañar los cristales del asiento trasero de la carroza de Cenicienta. Blancanieves se encontró con tanto niño de golpe porque a Nunca Jamás no llegó la pastilla del día después, Alicia es un claro ejemplo de lo que provoca el ron-con-cola y un par de porros a medias y mira si Barbie se cansó de Ken que al final ya la fabricaron sin vagina.

- ¿Tu hoy estás pesimista, no?
- No. Yo hoy estoy realista.

viernes, 11 de diciembre de 2009

¿Qué? ¿Cómo?... ¿Qué?¿Por qué?


Desordénate. Persigue las burbujas aunque sepas que tarde o temprano terminarán por estallar. Estalla tú también. Que por mucho que digas jamás creeré que nunca tuviste la pícara curiosidad de meter mano a la mirilla de tus horizontes. Tengamos un despiste. Volvamos borrachos. Abrazados. Cantándole las cuarenta a la mala suerte. Olvídate de que existe la borda y mucho más de que puedes saltar por ella. Es cierto. Había un mapa. Pero olvídate también de él. Tenemos nuestro propio atajo para desenterrar los tesoros.