domingo, 18 de octubre de 2009

¡Pam! digo ¡pam!

Las mismas letras de siempre para salpimentar párrafos de un disfraz con ya demasiados retales. Las mismas ganas de despotricar palabras a mano armada y explicar este nuevo vértigo. Sí, vértigo, por llamarlo de alguna manera. Por no decir que algunos días al corazón no se le da demasiado bien eso de vivir, eso de sobrevivir; y que yo… yo, tengo pánico. No preguntes que no entiendo ni porque me crujen tanto los grilletes del alma. Tampoco porque la arqueología de la razón me borró las huellas y me sacó de todos los atajos. Ni siquiera porque a veces tengo los cimientos en deshielo y los argumentos tan congelados que se pegan a la lengua y no logro defender una postura que me mantenga al frente del escuadrón de esta etapa en la que deberíamos estar pensando en morir de amor, viajar con mochila o preparar la revolución.
A-g-u-a-n-t-a. Me digo. Sujétate fuerte y peca de repetir demasiadas veces tu estribillo preferido. Me impongo. Hoy quisiera poder andar a tres palmos del suelo, defenderme como gato panza arriba y envolverme en papel de ese de burbuja para llegar lejos, muy pero que muy lejos, y sin rastro de magulladuras. Al menos no más de las ya domesticadas.

sábado, 17 de octubre de 2009

viernes, 16 de octubre de 2009

Alfabeto para voces en off

No es la primera vez que me enfrento a estos silencios. Y aunque hubo días que aplastaban tanto como una descomunal amenaza solo capaz de obedecer a su condición de juez insobornable; hoy… (ay que valiente me pongo con un par de “cola-caos” y una buena banda sonora)… hoy he decidido perderles el respeto y llenar cada uno de estos rincones a base de gritos contenidos y, ya de paso, estribillos versionados a mi modo.

Desentonados; como yo.
Con más graves que agudos; como los recuerdos.

domingo, 4 de octubre de 2009

In crescendo

Me lo creí. Pensaba que estarías aquí para que fuéramos juntos a un concierto cualquiera. Para dejarme romper tus ventanas y hacer de nuestros caos un arte. Para usar todos mis posticks en ti y decirte cualquier cosa que no fuera excesivamente concluyente o demasiado cerrada como para que no pudieras añadir un par de líneas más y sacarme un kilometro entero de sonrisa y un metro cuadrado de besos. Pero no. Ya no me susurro antídotos que lo único que hacen es paliar mi impotencia mientras en la parte trasera todos mis cimientos se desploman a ritmo de radio-fórmula. Con todo muy caótico. Lo sé. Soy así de complicada, es algo que siempre me ha salido solo. Mi manera de reordenar mi universo es desordenándolo. Pero eso ya no me sirve, ya no me esconde. He pasado del desorden al caos existencial. Y la verdad, no es que quiera ocultarme pero he pasado tanto tiempo con la cabeza gacha, sin mirar tus verdades de frente, que ahora cada vez que me las repito en voz baja se me seca la garganta y… me quema. Como un dolor mudo que suplica y erosiona. Como que después de tanto tiempo no sepamos con seguridad nada uno del otro y no tengamos futuro.

¿Futuro? Entre nosotros esa palabra ya no tiene… futuro. Pero no te preocupes porque eso no debe lastimarnos, al fin y al cabo… “¿no te das cuenta de que media humanidad vive pensando en el futuro y se queda sin presente?”

jueves, 1 de octubre de 2009

Con otros modos.

No te equivoques. ¿Me ves?, ¿Te buscas?. Descifras según tus leyes, pero el alfabeto de mis manuales se ha vuelto esquivo para escaparse por la puerta de atrás de tú ombligo. Interpretas. Caes (y yo voy detrás). ¿Dos pájaros de un tiro? No. Dos estallidos al unísono en dos escenarios distintos. Hablo de mí. De mis ganas de coger carrerilla. De descoserme las intrigas y perderme dejando detrás todo lo que antes parecía tener sentido (y mucho corazón por medio). Hablo de desquitarme de las andadas que me llevan a volverme salvaje a intervalos cortos. Hablo de mi versión original. De enseñar los dientes al enemigo y lanzarme a las sábanas de un amor del montón. De ponerme en plan espabilada y volverme descarada en las noches sin luna. Hablo de escabullirse en mitad del baile para colarse en ascensores prohibidos y de pisar tan alto que el suelo me reproche que marco demasiada distancia entre mis manos y su gravedad. Hablo de la palabra “ganas”, de los instintos, de moldear mis vértices. De jugar a ser humanos.

- Estás alterada (dices)
- Estoy nostálgica (te traduzco)

También, hablo de ti.